La calefacción eléctrica suele tener mala prensa, y su principal motivo es que, al estar asociada al consumo de energía del propio hogar, su coste depende mucho de la energía que tengamos contratada y de las fluctuaciones a las que se ve sometida esta fuente.
Sin embargo, pocos sistemas de calefacción la pueden igualar en cuanto a beneficios.
Beneficios de las Calefacciones Eléctricas
- Se puede instalar en cualquier casa. Es suficiente con que tenga electricidad. Recordemos que hay inmuebles a los que, por su ubicación, no llega el suministro eléctrico de ninguna compañía.
- No requiere instalaciones. Basta con poner los radiadores en el lugar más adecuado para mantener el confort. Además, si se quiere, se puede usar también con suelo radiante eléctrico, en lugar de usar agua.
- Es más segura y limpia. Nos podemos olvidar de humos, gases y peligros de incendio, aunque también debemos tener cuidado si utilizamos fuentes de calor que no estén ancladas, como braseros, etc.
- Suministro continuo. La electricidad no se acaba, como el gasoil, así que no hay que estar pendientes de hacer pedidos. Está siempre disponible.
Materiales duraderos. Aunque también lo son los aparatos que usemos con otro tipo de calefacción, hay que destacar que los radiadores eléctricos también son duraderos, por lo que la inversión es a largo plazo y se amortizan bien.
Como hemos podido comprobar, todo son ventajas en un sistema de calefacción eléctrico, y que el único inconveniente está asociado al precio de la electricidad. Sin embargo, este año, en España, el precio de la energía eléctrica ha bajado, en general, gracias a que las fuentes utilizadas para producir dicha energía han sido más baratas.
Lo mejor de todo es que esta parece ser la tendencia, ya que se intenta depender cada vez menos de fuentes de energía fósiles y se pretende conseguir que, con el tiempo, todas estas fuentes provengan de las renovables y/o de las que menos contaminan.
En el título de este artículo aparecía el adjetivo «eficiente». Esta es la parte más importante a la hora de elegir qué tipo de calefacción queremos utilizar para mantener nuestra casa caliente durante los meses de invierno.
Si volvemos atrás y repasamos las ventajas de la calefacción eléctrica, la conclusión es que, en el aspecto del confort, es una de las más eficientes. En cuanto al inconveniente, el precio, siempre es posible reducir la factura. Veamos cómo podemos hacerlo.
¿Cómo ahorrar en calefacción eléctrica?
Más que trucos para saber como ahorrar en calefacción eléctrica vamos a listar una serie de consejos basados en el sentido común y en la experiencia.
El primero, que ya es bastante conocido, es el de mantener una temperatura entre 19 y 21 grados durante el día y entre 15 y 17 durante la noche son temperaturas más que suficientes para mantener una casa caliente y confortable.
¿Cómo se refleja esto en el gasto mensual? Se estima que disminuyendo en un solo grado esta temperatura es posible un ahorro de hasta un 7 % en la factura energética.
Otra forma de ahorrar en calefacción eléctrica es mantener esta temperatura de forma constante. O sea, si decidimos que durante el día el termostato va a estar en 18 grados, hay que dejarlo así toda la jornada y no cambiarlo hasta las horas de la noche.
El propio aislamiento de la casa es otro factor que nos ayudará a reducir el gasto de electricidad. Sobre todo las ventanas: por ahí se pierde la mayoría del calor producido por la calefacción. Así que, todo lo que hagamos para mantener el aislamiento nos ayudará a la hora de ahorrar. Se estima que hasta un 30 % del calor «se va» a través de las ventanas y puertas.
Y, aunque parezca lo más lógico del mundo, no se suele tener en cuenta: poner la calefacción solo cuando sea necesario. Por ejemplo, si estamos fuera de casa durante parte del día porque estamos en el trabajo, durante esas horas la calefacción no debería estar encendida.
Se puede instalar (la mayoría de los sistemas lo traen) un programador para que la calefacción se encienda, por ejemplo, una hora antes de que lleguemos y también que se apague durante determinadas horas de la noche y que se encienda un rato antes de levantarnos.
También el tipo de radiadores que vayamos a instalar puede influir decisivamente en el ahorro. En el mercado existen varios tipos, pero destacan los que utilizan algún líquido que se calienta para emitir calor (fluidos) o los que no (secos).
Los fluidos tardan más en calentarse, pero mantienen la temperatura incluso horas después de apagarse, con el consiguiente ahorro. Además, como mantienen el calor más constante no se encienden y se apagan. Se puede decir que estos son los radiadores «clásicos», pero han evolucionado hasta los conocidos como radiadores de «calor azul», que en lugar de usar agua o aceite utilizan un fluido mucho más eficiente y estable, además de que emiten un calor mucho más confortable.
Además del tipo de radiador según su funcionamiento, algo que debemos elegir es el «mando» que traen incorporado para regular la temperatura. Los tradicionales o analógicos vienen con una perilla que se gira de un lado a otro para aumentar o disminuir la temperatura. Por otro lado, los más modernos son digitales y vienen con una pantalla en la que podemos elegir la temperatura exacta. Los de este tipo son los más aconsejables para conseguir el máximo ahorro en calefacción eléctrica.
Hasta aquí hemos visto las ventajas de la calefacción eléctrica y cómo combatir su —de momento— mayor inconveniente. Sin embargo, como siempre, insistimos en que no existe, de por sí, un tipo de calefacción mejor que otro, sino que depende de las características de cada hogar y de las necesidades de cada familia. Por eso, lo ideal es contactar con profesionales que nos aconsejen cuál es el mejor sistema para calentar nuestra casa en invierno y, por qué no, el mejor para mantenerla fresca en verano si optamos por un sistema dual.